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LUDOPATÃA O JUEGO PATOLÓGICO.

Todo lo relacionado con adicciones está sujeto a un fuerte estigma y cargado de prejuicios sociales. En concreto, la ludopatía suele ocasionar un fuerte rechazo por parte de los miembros del entorno, pero muchas veces, este rechazo nace desde el desconocimiento y la ignorancia. Mucho se ha escrito y se escribe acerca de las adicciones, sobre todo, a alcohol y sustancias. La sociedad parece cada vez más consciente de los dramas personales y familiares que esconden estas patologías. Sin embargo, la adicción al juego es aún una desconocida para muchos. Como ocurre con el alcohol, hay cierta aceptación social de la conducta a la que se termina siendo adicto. ¿Quién no ha gastado más de lo que se imaginaba o pretendía en la Lotería de Navidad? ¿Quién ve maldad alguna en hacer un sudoku o jugar un parchís con la familia? ¿Quién ve una conducta de riesgo, una partida de Monopoly?






El manual diagnóstico de referencia, DSM-5 (2013), considera la ludopatía o juego patológico como un trastorno adictivo y no del control de los impulsos como se consideraba hasta ahora. Puede parecer un cambio sin importancia, pero el significado de este cambio es, precisamente, que existe ya un consenso acerca de la gravedad de la ludopatía como trastorno. Además, se abre camino al reconocimiento, poco a poco, de lo que denominamos “adicciones comportamentales†como lo son la adicción a Internet, las compras, el sexo… que hoy por hoy, no están reconocidas.






Como en cualquier otra adicción, hay 3 conceptos fundamentales y definitorios que debemos ser capaces de distinguir:

•Dependencia. Supone la pérdida de control sobre la conducta. Afecta al interés por otras actividades o inquietudes previas. La dependencia, en este caso, del juego será determinante en el mantenimiento de la conducta adictiva.


•Tolerancia. Supone una adaptación al nivel de adicción con la consecuente necesidad de aumentar dicho nivel para obtener el mismo efecto. De esta manera, para sentirme “satisfechoâ€, necesitaré jugar cada vez más tiempo, a más cosas y con un nivel de apuesta superior.


•Abstinencia. Supone un fuerte malestar ante la retirada del juego fruto del efecto contrario al producido por la ejecución de la conducta adictiva. Todo lo placentero que resulta el juego se convierte en malestar al retirar el consumo, lo que me llevará a volver a jugar para paliar de nuevo el maletar.








Hasta hace unos años, el acceso al juego y, por ende, a la posibilidad de desarrollar una adicción, se limitaba a máquinas tragaperras, bingos, casinos y loterías. En la actualidad, las nuevas tecnologías nos hacen el acceso al juego y las apuestas deportivas muchísimo más fácil. Cada vez son más las aplicaciones móviles o páginas webs dedicadas a estos juegos y la televisión nos deja ver montones de anuncios que incitan a jugar con ofertas de dinero gratis para las primeras apuestas. Este tipo de situaciones, ayudan a que la persona que es vulnerable a desarrollar una adicción al juego, encuentre mayores dificultades para protegerse del estímulo desencadenante.

Pero… ¿Cómo sospechamos que estamos desarrollando una adicción al juego? Es una evidencia que jugar es un factor de riesgo para el desarrollo de una ludopatía como ser mujer lo es de quedarse embarazada. Por eso, hemos de prestar atención a otros factores más allá del juego como los siguientes:


•Pérdida de interés en otras actividades lúdicas.


•Aislamiento progresivo.


•Aumento progresivo del tiempo o el dinero invertido en el juego.


•Búsqueda de evasión de los problemas mediante el juego.


•Abandono de responsabilidades adquiridas (laborales, familiares, sociales…)


•Malestar intenso ante la imposibilidad de jugar.


•Solicitud de préstamos que permitan dar continuidad al juego.


•Actos ilegales con el fin de obtener dinero para jugar.


•Alteraciones del ánimo: angustia, inquietud, depresión, irritabilidad…


•Euforia o sensación de bienestar desmesurada al conseguir jugar.


•Síntomas físicos como aumento/pérdida de peso, sequedad ocular, dolor de espalda, alteraciones de sueño, descuido del aseo personal…








La existencia de predisposiciones nunca determinará el desarrollo del síntoma ni del trastorno. Así, la historia familiar y de aprendizaje, la accesibilidad al juego, factores de personalidad... pueden ayudar a que se desarrolle una adicción al juego en la que el sistema cerebral del placer pasa a activarse al iniciar la conducta del juego (como ocurre con el caso de adicción a sustancias) Esta activación neurológica placentera, incentiva la conducta de juego que se verá reforzada por las distorsiones y errores cognitivos propios de las adicciones (falacia de control) por supuesto, la existencia de niveles bajos de tolerancia a la frustración o la carencia de recursos para la gestión de emociones desagradables, pueden suponer también un predisponente para el desarrollo de conductas adictivas.

En el caso de la ludopatía, la pérdida de conciencia de la adicción no es tan llamativa, lo que aumenta el sufrimiento de quien se siente incapaz de frenar su comportamiento. Las consecuencias de la adicción al juego, a veces, son más que evidentes. No sólo para sí mismo, sino para el entorno familiar: inestabilidad emocional, ideas de suicidio, irritabilidad, aislamiento, falta de comunicación, disminución del ocio, falta a las responsabilidades laborales que pueden conllevar el despido, deudas, préstamos acumulados, consumo de otras sustancias, conductas ilegales como robos o estafas…






La realidad es que superar una adicción no pasa sólo por la fuerza de voluntad del individuo, sino que es una ardua tarea que requiere de atención profesional especializada. El apoyo social en este tipo de patologías resulta esencial, por lo que los grupos terapéuticos resultan de gran ayuda para la recuperación de este tipo de pacientes. El contacto con el profesional es el primer paso de la recuperación ya que supone una toma de conciencia del problema a abordar. Es importante que el paciente conozca los pasos a seguir y las reacciones esperables pues, en fase de abstinencia, el paciente tendrá que tolerar una cantidad importante de malestar psicológico. La prevención de recaídas y la aceptación de las mismas como parte del proceso de recuperación son fundamentales para la disminución de los niveles de frustración a los que se enfrenta el jugador patológico. Es fundamental que ajustes expectativas para no guiarte de ilusiones utópicas que no harán sino favorecer tu desmotivación para el cambio de vida.

Mi recomendación es que te des permiso para ser libre y disfrutar de la sensación de tomar tus propias decisiones sin sentirte dirigido por nada ni por nadie. A pesar de no ser un camino fácil, es un camino que merecerá la pena. Afortunadamente, no tienes que recorrerlo sólo. Pide ayuda profesional que te haga más fácil tu recuperación.

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